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Foto: Gonzalo Celasco |
Según datos proporcionados por los historiadores Hugo Mengascini y Hugo Nario, en 1893 se iniciaba la obra de adoquinado de la avenida Colón (hasta 1892 denominada avenida Nordeste). Se trataba de adoquines rectangulares (bloques de 20 cm de largo por unos 15 cm de ancho), bastante desparejos. A lo largo de cada cuadra, desde la barrera hasta el cruce con la avenida España, se construyó un bulevar enarenado que lucía bancos con armazón de hierro y maderas, que compartían el respaldo y sus asientos miraban uno para cada lado de la calle.
En 1936, la avenida Colón cambió su fisonomía, los copiosos árboles que -alineados a uno y otro lado de la rambla ofrecían generosamente su sombra al viandante- cayeron heridos por el filo de las hachas. Por otro lado, el pavimento de adoquines fue reemplazado por bloques de granitullo (de unos 10 por 10 cm y 7 o 9 cm de espesor) de superficie más suave y pareja, en tanto que los bellos bulevares fueron sustituidos por escuetos refugios acordonados con granito y exiguas veredas de mosaico de un rojo turbio que contrastaba con el oro pálido de las columnas del alumbrado eléctrico, y que con sus tres globos tomaban la forma de una cruz.
En la imagen registrada por Gonzalo Celasco, se puede observar el pavimento de granitullo dispuesto en forma de abanico por los artesanos de la piedra durante los años treinta.
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